viernes, 20 de enero de 2017

1984 - GEORGE ORWELL

Barcelona: DeBolsillo, 2015 (9na ed.), 350 páginas.


El martes en una noche de trasnoche, logré terminar mi segundo libro del 2017 (el primero, un ebook, no pude hacerlo aún por la avería de mi tablet) y por ende, corresponde hacer la primer reseña para este blog.

“Intuyó que la tragedia pertenecía al pasado, a una época en la que aún había intimidad, amor y amistad, y en la que los miembro de una familia se apoyaban unos a otros sin necesidad de tener un motivo”.

Lo primero que he de decir es que es un libro de fácil lectura, llamativamente ameno para tratarse de un clásico de este tipo: escrito hace muchos años y que transmite un profundo mensaje político y social.

“Por otro lado, ser viejo tiene sus ventajas. No tienes las mismas preocupaciones. No hay por qué ir detrás de las mujeres y eso es una gran cosa”.

El libro, publicado en 1949 y cuya temática casi todos conocerán aunque no lo hayan leído, narra las alternativas de un hombre razonable y pensante (para nuestros cánones) que vive en un hipotético año 1984 y en un país -y tal vez en un mundo- gobernado por un totalitarismo brutal e inexpugnable que ha sometido totalmente a la individualidad y a la voluntad humana. Éste contexto, convierte a Winston (el personaje principal) en alguien que desencaja con el sistema y que debe luchar interna y permanentemente no solo para no ser detectado como un ‘rebelde’, sino también para no ser cambiado por el régimen, como parece haber pasado con toda la población educada.

“Pensó con una especie de perplejidad en la inutilidad biológica del miedo y el dolor, la traición del cuerpo humano que siempre se queda paralizado en el preciso instante en que es necesario hacer un esfuerzo especial. (…) en los momentos de crisis uno nunca lucha contra un enemigo externo, sino contra su propio cuerpo.”

Con éste trasfondo, Orwell, por un lado, denuncia los peligros del totalitarismo que flagelaban el mundo en el que vivIó. Hace hincapié no sólo en la ausencia de la libertad, sino también en la alteración de la realidad a través del control absoluto de la educación y de los medios de comunicación. Intenta penetrar en las razones por las cuales la mente humana y la percepción de la realidad que ésta proyecta se convierte en algo tan maleable, pero a decir verdad, creo que en éstos aspectos internos, casi psicológicos, se queda algo corto en relación al desarrollo de la sociedad. También parece cuestionar permanentemente los liderazgos mesiánicos, encarnados en el Hermano Mayor, la particular cara visible del Partido y del gobierno.

“-No me interesa la próxima generación, cariño. Lo único que me interesa somos nosotros.-Eres una rebelde solo de cintura para abajo”.


Por otro lado, introduce emociones y sentimientos ‘más’ humanos que terminan de completar la obra. Con la aparición de personajes ambiguos e insondables como Julia, O'Brien y los compañeros de trabajo de Winston, surgen éstos valores y de formas impredecibles se van alternando la rebeldía y el miedo, la camaradería y la traición, la lealtad y la curiosidad, el amor –como no podía ser de otra manera- y hasta un caso de síndrome de Estocolmo.

"La guerra es un modo de hacer pedazos, lanzar a la estratosfera o hundir en las profundidades del mar materiales que podrían utilizarse para mejorar la vida de las masas y por tanto, a largo plazo, volverlas más inteligentes".

La estructura del libro es sumamente cómoda y congenia muy bien con un ritmo narrativo constante y tenso, así como con las vívidas escenas descritas en cada capítulo. El final, sin sobresaltar ni ser pomposo, es de cierta forma violento y traumático, redondeando la historia y dándole un cierre definitivo a la misma.

“comprendió que si uno quiere guardar un secreto debe ocultárselo también a sí mismo”.


En definitiva, es un texto sumamente recomendable, ameno y profundo, de esos que no querés terminar y de los que te contentan haberlos leído. Del uno al siete, le pondría un siete.

domingo, 15 de enero de 2017

DECLARACIÓN DE INTENCIONES

La página Lecturalia, ha invitado a un desafío que me pareció estimulante desde que lo ví. En éste link está bien explicado el mismo, pero básicamente, consiste en leer 36 libros en el año, entre los cuales deberá haber –por los menos- dos ensayos, cuatro antología de relatos y un libro de cada uno de los siguientes géneros: novela negra, ciencia ficción, fantasía, terror, literatura romántica y novela histórica. Paralelamente, se deberá ir compartiendo reseñas de las lecturas acompañadas del hashtag #RetoLecturalia2017.

Además de la exigencia de la cantidad de las lecturas, es una gran oportunidad para entrar en un género, inexplorado por mi, como el ensayo, además de obligarme a tocar otros géneros que no me seducen a priori (ciencia ficción, fantasía, terror, romántica). Por mi parte, también intentaré agregar a la lista, algún periodístico o de investigación, alguna biografía y por lo menos una antología de poemas.

No creo que a muchos, les agrade ésta exigencia autoimpuesta de lecturas. Sí, estoy  pensando en Borges. Pero difiero con él (aun sabiendo que tengo todas las de perder) y los suyos en que la lectura sea sólo una actividad hedonista. Por lo menos a mí, algunas lecturas me requieren esfuerzo, y es por eso que las acometo. Pero en fin, no me voy a meter –por ahora- en éste debate.

Entonces, éste blog nace como accesorio imprescindible para el cumplimiento del reto. Trataré de mantenerlo actualizado en el correr del año con contenido relativo al desafío. Las reseñas, obviamente, pero también intentaré dejar escrito los planes de lectura, la elección de los libros a leer, etcétera. Hasta ansío, poder recoger acá alguna recomendación para completar esa selecta lista, hay que seleccionar bien, ¡es qué hay muchos libros para tan poco tiempo (y me refiero a la vida, no a un solo año)!


Sin perjuicio de ello, es posible y deseable que el blog se enriquezca (desde la cantidad) de otros contenidos relacionados a la literatura. Hasta es posible que en algún momento me anime a compartir acá alguno de mis textos. También es posible, y creo que más probable, que sólo comparta ésta y alguna otra nota y luego ceda ante la desidia o el desinterés. Pero por el momento, seamos –por una vez- optimistas.